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¿Fotos naturales o retocadas?

 

Abrimos cada día las revistas y se nos cae el alma a los pies. ¿Cómo puede ser que la mujer de la portada tenga esa piel de porcelana, esos ojos tan vivarachos y esa melena tan estupenda? Esas fotos en bikini, paseando por cualquier playa maravillosa, se ven siempre tan ideales que una no puede dejar de plantearse si vivimos en el mismo planeta. ¿Es posible que ninguna de las famosas que veo a diario tenga celulitis? ¡Pero si dicen que es una circunstancia que afecta al 90% de las mujeres!

 

La respuesta a todo esto se resume en dos palabras: retoque digital. En tiempos en que se habla tanto del body positive , todavía nos miramos  en el espejo de la perfección ajena, y  nos frustramos al pensar  que solo a nosotras nos aparecen lorzas por encima del bikini, y que las sesiones de presoterapia  a las que nos hemos  sometido durante el invierno  tampoco nos han solucionado este año la temible operación bikini. Además, aunque tenemos una pareja  maravillosa y hace años que conoce nuestros complejos e  inseguridades, cuando lo vemos sonreir desde  la toalla de al lado no podemos evitar un pensamiento … ¡ojalá no le de por comparar!

Viene a mi mente una fotografía de Kira Knightley que su productora retocó para el cartel promocional de la película El Rey Arturo.

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Milagrosamente, la habían transformado en otra mujer a base de retoque, y fue ella misma quien protestó afirmando : “Definitivamente, esas cosas no son mías”. Poco después inició una campaña en favor del cuerpo real, y se dejó fotografiar en topless por el periódico inglés The Times, afirmando que “el cuerpo de la mujer, se ha convertido en un campo de batalla”. Lo mismo ha hecho recientemente Ashley Graham, una de las modelos de tallas grandes más famosas del mundo, al publicar en sus redes sociales vídeos donde muestra que sí tiene celulitis y que es capaz de vivir con ella, aceptarse, y quererse.

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A veces las mujeres  somos tan exigentes con nosotras mismas que no podemos conformarnos con ningún estándar inferior al de una perfección autoimpuesta que rara vez es real. La sociedad nos exige tanto (profesionalidad, imagen, valía personal,  juventud) que no podemos bajar la guardia casi nunca, y eso, más tarde o más temprano, termina pasándonos factura a nivel emocional. ¿Dónde está el límite del respeto hacia cada una de nosotras siendo como es?

Me parece estupendo que sepamos sacarnos partido y aprovechar nuestro potencial, evidentemente si yo sé que mi mejor perfil se potencia fotografiándome en una posición o en otra, no veo nada malo en aprovechar la circunstancia, pero permitir que el abuso de la edición fotográfica nos obsesione hasta el punto de no aceptar ninguna imagen que no haya pasado por el filtro del retoque me entristece y preocupa.

Entre mis amigas hay quien tiene arrugas, ojeras, pechos caídos, y una amiga muy divertida dice que “en vez de pelo le están mutando las plumas”. Todas somos mujeres reales, con nuestra propia situación personal y vital, capaces de convivir con nuestro cuerpo -que es también nuestra casa- con respeto y dignidad.

Que nadie te diga  cómo debes ser, si  quieres cambiar algo que sea porque tú lo decides y no porque la opinión ajena te condiciona; y si en algún momento tienes dudas, recuerda lo que nos dejó escrito Rudyard Kipling

Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud.
Si caminas junto a reyes con tu paso y tu luz.
Si nadie que te hiera llega a hacerte herida.
Si todos te reclaman y ni uno te precisa.
Si llenas el minuto inolvidable y cierto
de sesenta segundos que te lleven al cielo…
todo lo de esta tierra será de tu dominio,
y aún mucho más

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